viernes, 10 de marzo de 2017

¿Jugar es cosa de niños?


Piensa en la última vez que jugaste, ¿lo recuerdas o fue tanto tiempo que ya lo has olvidado? En algún momento los adultos perdimos el derecho a jugar y a pasarlo bien. Ese placer que te ofrece hacer cosas que te gustan por el simple hecho de que te gustan.

¿Jugar podría ayudarnos en nuestra lucha contra los estresores del día a día? La respuesta es .
Las consecuencias de sufrir altos niveles de estrés son más o menos reconocidas por todos: fatiga, debilidad, dolor muscular, problemas de sueño, depresión, irritabilidad, son algunos síntomas de una larga lista.
La Asociación Americana de Psicología señala que las actividades placenteras, realizadas durante el tiempo de ocio, actúan como un factor de protección para nuestra salud. Algunos de los beneficios que nos pueden aportar son la relajación, el apoyo en el manejo de las emociones, y nos proporcionan un espacio y tiempo de escape.
Además, realizar actividades placenteras en nuestro tiempo libre permite que nos distanciemos de nuestros problemas ya sea porque nos distrae de esos pensamientos o por las sensaciones positivas que nos genera la propia actividad. El distanciamiento de los problemas provoca que nos enfrentemos a los mismos de una forma más positiva y optimista, y seamos capaces de generar nuevas formas de solución. Las actividades placenteras por tanto pueden suponer un alivio de las preocupaciones ya que nos permiten centrar nuestra atención en estímulos que nos resultan agradables, siento esto incompatible con los estados de estrés.
Por lo tanto, no dejemos el juego solo para los niños. Aprendamos de ellos y disfrutemos de las cosas que nos han hecho feliz desde pequeños.





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