viernes, 31 de marzo de 2017

¿Estás relajado?



Intenta recordar la última vez que disfrutaste mucho de un momento. Quizás tuviste una conversación interesante con una persona que no ves a menudo; te sirvieron el café justo como a ti te gusta; o puede que salieras a la calle e hiciera un día radiante.

Si hacer este ejercicio de memoria te ha resultado un poco más difícil de lo que esperabas prueba con este otro:

Piensa en todas las cosas que tienes organizadas para el día de hoy. Desde la hora a la que vas a salir al trabajo hasta la ruta que vas a seguir, sin olvidar ponerte el despertador a la hora adecuada para llegar a tiempo.

Para poder hacer nuestras tareas con éxito planificamos. Somos máquinas de programar nuestras vidas. Unas veces podemos seguir ese plan y otras no. Y estar atrapados en esas interminables listas tiene consecuencias. Se nos hace cuesta arriba disfrutar y aprovechar los momentos que no aparecen en nuestras listas. Muchas veces es porque estamos tan concentrados en nuestras tareas para poder hacerlas bien que no nos es posible prestar atención a esas otras situaciones, esas personas que concurren a la vez que nosotros mientras vivimos.

¿Qué podemos hacer para que nuestra vida no nos consuma?

Parar. Tomarnos nuestro tiempo, y hacer eso que los psicólogos llamamos relajación. Probablemente hayáis leído mucha información ya sobre relajación. Ejercicios con estiramientos, respiraciones, e incluso meditación. Algunos puede que practiquéis alguna de ellas. Otros puede que penséis que no sirven para nada. Todos podéis estar en los cierto. Lo bueno de que no exista un solo tipo de relajación que tenga un impacto sobre el bienestar de las personas es que será capaz de ser eficaz en un porcentaje mayor de población. Porque como no a todo el mundo le sirve lo mismo no es necesario que haga lo mismo. Nosotras os animamos a que conozcáis en primera persona los beneficios que puede tener la relajación. No porque lo digan los científicos o porque alguien te diga que tienes que estar tranquilo, sino porque vida solo hay una y puede que se esté pasando de largo.

lunes, 27 de marzo de 2017

RELACIÓN TABACO-ANSIEDAD


Actualmente está muy a la orden del día hablar de los efectos negativos que tiene en nuestra salud el consumo de tabaco, para no extenderme mucho en este aspecto, ya que se puede consultar en diversos enlaces de internet que os dejaré abajo, así que me limitaré a compartir con vosotros está posible relación que ya cuenta con un gran número de estudios a favor y que se sigue investigando sobre ello.

Una vez dicho esto, una idea muy extendida es “fumo porque me relaja”, “cuando no fumo me pongo muy nervioso”

La Teoría más extendida en este momento para explicar la relación entre dificultades en la gestión emocional (ansiedad o depresión principalmente) y el consumo de tabaco, es la de los autores Leventhal y Zvolensky. Ellos proponen que entre el consumo de tabaco y las dificultades emocionales se encuentran 3 factores, uno de ellos es la sensibilidad a la ansiedad.

Según la cual aquellas personas que tengan mayor nivel en este factor  obtendrán un beneficio o refuerzo mayor al fumar, y por lo tanto será más probable que fumen.



¿Cómo saber si una persona tiene una alta sensibilidad a la ansiedad?

Estas personas tienden a malinterpretar las sensaciones que provoca la ansiedad, percibiéndolas como amenazantes. Relacionan mentalmente las “sensaciones físicas Desagradables” con “malo/peligroso”. Lo que tiene como consecuencia aumentar la ansiedad que se siente inicialmente y generar rechazo o aversión hacia estas sensaciones corporales.

¿Por qué es importante esto?

Porque al final estamos utilizando una herramienta (el tabaco) para reducir el malestar emocional, cuando en realidad la consecuencia a largo plazo es que atribuirle al tabaco esta función lo que hace es aumentarnos la ansiedad y la dependencia a esta “herramienta”, es decir, cada vez que se nos presente una situación estresante es probable que utilicemos el “comodín” o alivio del tabaco a corto plazo, mientras que a largo plazo puede generarse una dificultad emocional mayor.

Para terminar me gustaría recalcar un mito que suele girar con respecto a este tema es “el tabaco relaja”:

·         El tabaco no relaja, cuando ya tenemos llevamos fumando algún tiempo se genera una dependencia física a los cigarrillos, es decir, nuestro cuerpo nos pide que sigamos metiendo esa sustancia en el cuerpo con sensaciones similares a la ansiedad, que son conocidos como síndrome de abstinencia. Lo que ocurre es que cuando fumamos esta ansiedad desaparece, pero no es una ansiedad que existiera antes de empezar a fumar sino una que a parece a consecuencia de ello.

·         Por otro lado como decíamos arriba, el interpretar las sensaciones físicas de la ansiedad como peligrosas la aumenta, si aprendemos que esto se puede calmar con tabaco, recurriremos a él cuando nos sintamos ansiosos.

 

viernes, 24 de marzo de 2017

Formas de ser


Al igual que estas ventanas, que aunque sean iguales no tienen porqué contener habitaciones idénticas en su interior, dos personas no tienen porqué reaccionar igual en la misma situación. ¿Cómo se explica esto? Las personas tenemos formas de ser diferentes. Aunque el término “forma de ser” no es una definición propiamente psicológica, es decir, no viene en los manuales, me parece muy apropiada, casi poética. Nosotros los psicólogos nos decantaríamos más por la personalidad, los esquemas cognitivos, la atribución, y una infinidad de palabros para referirnos a lo que en la calle se conoce como forma de ser.
En definitiva, dos personas que se encuentran ante una misma situación van a utilizar experiencias previas que en el pasado le han resultado útiles para resolverlas. Además, a sus mentes van a acudir pensamientos, de una forma bastante automática, que según sean más positivos o relacionados con la competencia de cada uno, o más negativos y relacionados con el fracaso, influirán en esas personas a la hora de tomar decisiones. Estos pensamientos también van a influir en lo que esas personas sienten en ese preciso momento, permitiéndoles mantener la calma o provocando un descontrol emocional que cada cual expresará a su manera.
Y es curioso que, aunque tengamos claro que cada uno tiene su forma de ser en el fondo esperamos que todos actuemos de la misma manera. Me explico. Ante la situación A: ¿cómo actuaría yo? Según como creo que yo actuaría espero que los demás actúen. Pero, ¿no habíamos dicho antes que cada uno tiene su forma de ser? Sí, pero no es lo mismo decirlo que ponerlo en práctica.
Este principio, es básico a la hora de ejercer la empatía. No debemos esperar que los demás actúen o reaccionen de la misma forma que nosotros lo hacemos o lo haríamos. Respetar la forma de actuar y de del otro, no juzgar e intentar comprender es el camino del entendimiento entre formas de ser diferentes.

No hagas siempre a los demás aquello que deseas para ti:
ellos pueden tener gustos distintos.

BERNARD SHAW

lunes, 20 de marzo de 2017

El teléfono escacharrado de la comunicación


Buenos días a todos!! Esperamos que ayer pasarais un buen día del padre.

¿De qué vamos a hablar hoy?

De la comunicación, algo que nos afecta a todos. Desde aquí queremos dar importancia a la idea que nos transmite la terapia sistémica de que: “siempre estamos comunicando”, aunque “siempre” no es un concepto que me guste usar, igual que “nunca”, ya que siempre es mucho tiempo y no podemos ver el futuro, y porque si nos paramos a pensar en las frases que las utilizamos suele haber excepciones. Una vez dicho esto, creo que una de esos momentos en los que si se podría usar el siempre es en la comunicación.

¿Por qué?

Porque aunque cuando hablamos es obvio que estamos comunicando de forma verbal, lo no verbal pasa desapercibido y sin embargo es una parte fundamental de la comunicación, si lo piensas aunque no estemos hablando, realizamos gestos y siempre tenemos una expresión facial o una postura corporal que nos ayuda a saber cómo está esa persona, aunque sea neutra ya nos está comunicando que esa persona puede estar tranquila por ejemplo.

Por lo tanto al tener en cuenta tanto lo verbal como lo no verbal, se acentúa la idea de que además de lo que decimos (un 30% de la información que transmitimos), está el cómo lo decimos (el 70%).

Una vez que hemos hablado de esto, y exponemos nuestra opinión sobre este tema, vamos al tema central de esta entrada…

 
¿A qué nos referimos cuando nos referimos a “el teléfono escacharrado de la comunicación”, con esto nos referimos al proceso de degradado que sufre el mensaje que queremos transmitir hasta que este es interpretado o entendido por el receptor o receptores.
Aspectos que se potencian cuando el mismo mensaje pasa por varias personas, como se puede ver en este video:
 
¿Qué hacer frente a este fenómeno?
  • Preguntando al final qué ha entendido de lo que le hemos comunicado.
  • Intentando ser lo más claro posible, sin dar por echo que la otra persona sabe información que no estamos seguros si conoce.
Hasta aquí la entrada de hoy!! Nos vemos el viernes con otra entrada...¿de qué será?
 
 


viernes, 17 de marzo de 2017

Enfadarse es fácil

“Enfadarse es fácil, pero enfadarse con la persona adecuada, en el momento oportuno, con el propósito justo y de la forma correcta, esto ya no es tan fácil.”
Aristóteles

Todos discutimos. A veces no compartimos opinión con nuestros familiares, compañeros de trabajo o personas con las que nos relacionamos en nuestro día a día.

A la hora de discutir es importante mantener una conducta asertiva. Una persona con conducta asertiva negocia, no trata de “vencer” sino de llegar a un acuerdo, pide aclaraciones si no comprende algo, da su opinión sobre los temas, dice “no”, es capaz de pedir favores cuando es necesario, comenta cuando hay un problema y expresa sus sentimientos. Si no nos comportarnos de manera asertiva podemos experimentar ansiedad, impotencia y culpabilidad.

En la práctica, la asertividad supone el desarrollo de la capacidad para:
  •  Expresar sentimientos y deseos positivos y negativos de una forma eficaz, sin negar o menospreciar los derechos de los demás y sin crear o sentir vergüenza.
  • Discriminar entre la aserción, la agresión y la pasividad. 
  • Defenderse, sin agresión o pasividad, frente a la conducta poco apropiada o razonable de los demás.

Desarrollar la capacidad de ser asertivo supondrá un aumento de nuestra autoestima, un incremento del respeto que nos tenemos a nosotros mismos y de nuestra confianza, ya que reconocemos nuestra capacidad de reafirmar nuestros derechos.

¿Cómo podemos ser asertivos cuando estamos enfadados?

Cuando te sientas furioso o creas que estás siendo atacado:
Es fundamental que te centres en lo que está sintiendo. Cuando nos enfurecemos comenzamos a discutir en lugar de decir cómo nos sentimos. Queremos llevar la razón y estamos convencidos, así que discutiremos para tratar de convencer al otro. A su vez, la persona con la que discutimos intentará hacer los mismo. No se trata de llevar la razón o convencer al otro. Di lo que sientes. Se trata de compartir tus sentimientos y no de atacar al otro con ellos.
  • Mantén una actitud negociadora. Olvida la primera reacción de deseo de atacar o culpabilizar a la otra persona.
  • Evita caer en la tentación de discutir, hacer reproches o contraatacar.
  • Expresa tus sentimientos con afirmaciones no desafiantes del tipo “me siento”, “me preocupa que...”.
  •  No te pongas a la defensiva. Ignora tu deseo de atacar o de culpabilizar a la otra persona.
  • Intenta mantener una actitud de mutuo respeto para que nadie tenga que quedar mal o sentirse humillado.


Estas son algunas consideraciones que deberemos tener en cuenta a la hora de desarrollar la asertividad: respetar al otro, mantener una actitud negociadora y focalizarnos en nuestros sentimientos.