lunes, 27 de febrero de 2017

¿Cómo saber si soy adicto a las compras?


 

Lo primero que me gustaría aclarar es que la forma más fiable para responder a esta pregunta es acudir a un profesional cualificado o con formación en adicciones que pueda evaluar vuestro caso en particular, ya que los aspectos incluidos en esta entrada son aspectos generales ante los que debes estar atento y en caso de darse con mucha frecuencia (ej: todos los días o semanas), que lleve tiempo ocurriéndote (más de 3-6 meses) o que se dé con una gran intensidad (que gastes mucho tiempo y dinero en esta actividad)          que te puedan saltar las alarmas y contactar con un profesional antes de que se agrave esta situación.

¿Por qué considero importante hablar sobre este tema?

Porque vivimos en una sociedad en la que estamos constantemente comprando cosas y a veces es complicado discernir donde está el límite entre “necesito X”, “me viene bien X” o “necesito comprar X”.

-¿Necesitas comprar cosas para sentirte mejor o para evadirte?

-¿Has robado en alguna ocasión para comprarte aquello que creías necesitabas?

-¿Sientes la necesidad de tener que comprar algo siempre que entras en una tienda, aunque no te haga falta?

-Si no te compras algo que viste en la tienda y te gustó, ¿te pasas mucho tiempo ese día pensando que “tengo que comprármelo” o te genera malestar el hecho de no tenerlo en tu propiedad?

-Si llevas dinero en la cartera y entras en una tienda, ¿sientes que sí o sí tienes que comprarte algo?

Si os interesa este tema y queréis saber más sobre él. Poneros en contacto con nosotras en psicosapmadrid@gmail.com.

Pasad buen día!

viernes, 24 de febrero de 2017

¿Por qué no comunicamos en positivo?



Estoy trabajando la comunicación en positivo con una paciente. Y eso me ha hecho darme cuenta que no estamos muy educados para comunicar en positivo. Estamos demasiado preocupados fijándonos en lo que hacemos nosotros mal y las personas que tenemos a nuestro alrededor. Escucho conversaciones en el metro y en la calle y normalmente son quejas, sólo nos fijamos en lo malo. Llevo dándoles vueltas toda esta semana a esta idea: ¿por qué no comunicamos en positivo?

Ya sé que esto de comunicar en positivo parece sacado de un libro de autoayuda. En realidad, tiene mucho que ver con lo que denominamos psicología básica. Podría considerarse una herramienta elemental de la Psicología: el refuerzo positivo. Porque reconozcámoslo, hemos venido al mundo a llamar la atención. Y a quién no le gusta un “¡bien hecho!” de vez en cuando. Parece cursi esto de comunicar en positivo. Si alguien hace algo bien, para qué recordárselo. Tendremos que decirle lo que hace mal para que deje de hacerlo. Interesante. Es cierto que tenemos que decir las cosas que no nos gustan. El problema viene cuando de forma prácticamente automática siempre damos un mensaje centrado en cómo no se hacen las cosas, ya que podemos generar una sensación de incompetencia muy alta en el receptor de nuestro mensaje. Estoy pensando, por ejemplo, en las personas con quienes convivimos o trabajamos, hijos, padres, parejas, alumnos, subordinados, compañeros de trabajo, etc.

¿Qué beneficios tiene comunicar en positivo?

Comunicar en positivo es un arma muy potente ya que hace a la otra persona sentirse bien de una forma inmediata. Por ello, es probable que esa persona siga repitiendo eso que nos gusta, ya que genera una respuesta positiva. Si se repite esa respuesta positiva es posible incluso que lo generalice y lo haga en otros contextos.

Hay cosas que nos gustan de los demás que como las hacen siempre no las tenemos en cuenta. Las tomamos como algo predeterminado, algo que es así. Y si nos gustan estaría genial que se lo hiciéramos saber. “Me he dado cuenta de esto que haces y para mí es importante. Gracias.” Bueno el formato es libre, cada uno que lo diga a su manera. Lo más importante es que el receptor del mensaje sepa que nos hemos dado cuenta de lo que hace y que nos agrada de alguna manera.

Bajo mi punto de vista, no comunicamos en positivo porque parece que señalar lo bueno es una muestra de debilidad, un juego de niños, y yo creo que es importante que cambiemos esa actitud. Así que no te canses de decirle a la gente que tienes alrededor las cosas buenas que tienen y hacen. Es importante recordarnos que merecemos la pena y que las acciones de los demás son valiosas para nosotros. Yo misma voy a empezar a cambiar mi forma de comunicarme y os pregunto, ¿por qué comunicamos en negativo?

Os dejo una charla TED sobre la palabra positiva como fenómeno que creo os puede resultar interesante.


lunes, 20 de febrero de 2017

¿Sentimos diferente según el idioma en que pensemos?

Esto mismo se preguntó Jessica Pérez-Luzardo en un artículo que publicó en 2016, más concretamente quiso comprobar si el bilingüismo y biculturalismo influyen en la forma en que las personas perciben el mundo, y por tanto en su forma de pensar, yendo más allá se plantean si esto influye también en la identidad.
Esto tendría sentido desde el punto de vista psicológico que entiende los pensamientos como el dialogo interno, es decir aquellas cosas que nos decimos a nosotros mismos.
Un ejemplo de esto es lo que ocurrió en el estudio de la estadounidense Susan M. Ervin-Tripp (1973) en el que a preguntarle a una mujer japonesa-americana que imagen mental le surgía al ver una fotografía de una mujer sentada en el suelo apoyando la cabeza en un sofá, la respuesta que dio en inglés (mujer que ha terminado su trabajo de costura) fue totalmente distinta a la que dio en japonés (mujer que está pensando en suicidarse porque ha perdido a su prometido).
Todo esto también está influido por cómo se conciben las distintas emociones en cada cultura, por ejemplo lo que en inglés y español se llama envidia, y está considerada como una emoción “negativa”, en el chino está visto como un sinónimo de admiración y por lo tanto es visto como positivo.
Estas ideas difieren de la teoría más extendida ahora mismo consistente en que hay emociones universales y por lo tanto en las diferentes culturas se sienten de forma similar. Aquí es donde me parece importante destacar la diferencia entre emociones y sentimientos, de la que hablamos en una futura entrada del blog.
¿Qué explicación le han dado distintos autores a estos resultados curiosos?
La principal es que almacenamos en nuestra memoria cada idioma por separado, es decir, tenemos un “almacén” para cada lengua, y por lo tanto las personas bilingües tendrían un mismo concepto asociado a dos palabras distintas (una en cada idioma), y a cada una de estas palabras unas experiencias concretas. Por ejemplo, si tengo una abuela alemana con la que siempre veo películas antiguas y que me trata con mucho cariño, y otra abuela americana con la cual tengo menos relación y me trata de forma más fría. Cuando vea una película antigua o sienta cariño es probable que me venga a la cabeza la palabra  “Oma” o “Groβmutter”  (abuela en alemán), en cambio si pienso en la palabra “grandmother” me venga una imagen mental o una sensación más fría, aunque ambas palabras representen el mismo concepto. Esto ocurre porque recordamos las experiencias en el idioma en el que nos ocurrieron.

 

viernes, 17 de febrero de 2017

No ofende quien quiere, sino quien puede

La ira es una emoción y como tal se dispara de forma automática ante determinadas situaciones. En el mundo animal la ira (por ejemplo, cuando un perro gruñe y enseña los dientes) sirve para marcar territorio. Para ello es necesario que los animales se cargan de mucha energía.

En nuestro mundo la ira aparece generalmente frente a situaciones que interfieren con nuestros objetivos. Se activa cuando nos ponemos en alerta o nos sentimos amenazados, no solo para defendernos sino para sostenernos. Como toda emoción tiene una función, en este caso preparar al cuerpo para el esfuerzo necesario para vencer el obstáculo que se ha presentado.

Tendemos a consideramos la ira como algo malo, porque en la mayoría de los casos va asociada a la agresividad. Por eso, en muchas ocasiones intentamos evitar la ira y la frustración y dejamos de utilizarla. Si no usamos esa energía quedará acumulada y tendremos que darle salida en algún momento. Podemos utilizarla para respetarnos a nosotros mismos y hacernos respetar por los otros, conseguir nuestros objetivos sin necesidad de ser agresivo ni enseñarle los dientes a nadie para ello. La principal diferencia entre la ira y la agresividad es que la ira es una emoción y por lo tanto sus efectos son pasajeros, mientras que la agresividad es una conducta, que puede ser más o menos impulsiva, más o menos consciente y puede estar o no dirigida a dañar a otros. Ante una discusión o problema nos será más costoso solucionarlo de manera asertiva, ya que la ira descontrolada merma nuestra capacidad de ser asertivos.

Algunos problemas que plantea el mal manejo de la ira:

La agresividad se puede convertir la primera alternativa para conseguir objetivos. Es posible que no contemos con las habilidades necesarias o bien teniéndolas no seamos capaces de ponerlas en práctica. Esto suele suceder en ambientes donde se normaliza la agresividad y nunca se les ha puesto límites. Estos casos, es muy difícil para la impulsividad.

Responder de manera agresiva desmesurada a algo que no tiene tanta importancia. En realidad, reaccionamos a todo lo que nos ha ocurrido previamente. No desborda el vaso la gota más grande sino la última. No reaccionamos a lo que consideramos más grave sino a lo último que nos sucede. Como otros o incluso nosotros mismos, podemos considerar nuestra reacción desmesurada y tenderemos a reprimirla. Esto provocará que evitemos el conflicto por lo que nuestra siguiente reacción será más violenta.

Descargar la ira en situaciones seguras. Si hemos estado conteniendo la ira de forma habitual, ésta explote en una situación segura. Estallamos o sentimos la necesidad de descargar toda esa ira contenida. Si hemos tenido una pelea con nuestro jefe y hemos preferido no enfrentarnos a él puede que al llegar a casa descarguemos todo ese enfado con nuestra pareja.

Otro problema puede surgir cuando nosotros interpretamos que existe un ataque y una dificultad que no es vista de la misma forma por los demás. Este problema suele ocurrir cuando interpretamos las situaciones y las intenciones de los demás en lugar de reaccionar a lo que está ocurriendo sin entrar a juzgarlo. Por ejemplo, si el profesor me saca a la pizarra es porque me tiene manía y lo hace para fastidiarme.

Para poder manejar nuestra agresividad es necesario reaccionar de forma inmediata a los problemas y frustraciones. Para ello, necesitamos incorporar a nuestro repertorio conductas asertivas y habilidades de comunicación que nos permitan resolver los conflictos de una forma en la que nos hagamos respetar y respetemos a los demás.

Os dejamos este breve relato para reflexionar. Esperamos que os haya resultado de interés. En futuras entradas hablaremos más en detalle sobre la asertividad. ¡Estad atentos!

El árbol de los problemas

El carpintero que había contratado para que me ayudara a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se estropeó y le hizo perder una hora de trabajo, y ahora su antiguo camión se niega a arrancar. Mientras lo llevaba a su casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.
Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación: su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente, me acompañó hasta el coche. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que le había visto hacer un rato antes.
-¡Oh!, ése es mi árbol de problemas – contestó -. Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que, simplemente, los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego, en la mañana, los recojo otra vez. Lo divertido es – dijo sonriendo - que cuando salgo en la mañana a recogerlos, ni remotamente hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior. 
Fuente anónima




martes, 14 de febrero de 2017


Primero de todo, desearos un feliz Día de San Valentín! Tanto a los que lo celebráis como a los que no; tanto a los que el amor es hacia una pareja, como hacia una mascota, como hacia vuestra familia, amigos, vosotros mismos…Muchas veces vamos tan automático y estamos tan metidos en nuestras rutinas que nos olvidamos de la importancia que tienen el amor y el cariño en nuestras vidas, por ello queremos que hoy sea un día en el que nos paremos a pensar sobre ello. ¿Cuánto tanto por ciento del día pasas pensando en la rutina o lo que tienes que hacer ese día? ¿Cuánto dedicas a pensar sobre problemas que tienes que solucionar? ¿Y a pensar o disfrutar de una sonrisa, una mirada, un abrazo? Ahí lo dejo.

Como podemos comprobar cuando miramos a nuestro alrededor cada relación es distinta y única, aún así Sternberg propone un triángulo en el que se pueden situar las diferentes relaciones, los tres esquinas del triángulo serían:

·         Intimidad: sentimiento de cercanía, unión y afecto, una relación en la que se da y recibe apoyo emocional.

·         Pasión: estado de excitación mental y física, está definición me parece demasiado superficial pero es algo que es más fácil acercarse a ella sintiéndola que definiéndola  con palabras.

·         Compromiso: elegir a esa persona a lo largo del tiempo, hacer por mantener la relación.

Aquí os dejamos los siete tipos de amor que propone en función de estas tres variables, junto con ejemplos de relaciones de series o películas.

 
Intimidad: amigos que llevan años juntos. Ejemplo: Serie Friends.

Amor compañero: matrimonios que llevan muchos años juntos y en los que el aspecto sexual no tiene tanta importancia. Ejemplo: Antonio Recio y Berta de La que se avecina.

Amor romántico: parejas unidas emocionalmente, con mezcla de pasión e intimidad. Ejemplo: Ana y Alberto de Velvet.

Amor vacío: relaciones en las que solo hay compromiso, en la que no hay ni pasión ni intimidad. Ejemplo: Fermín y Javi de La que se avecina, Suegro y yerno.

Amor facuo: relaciones en la que el compromiso parte de la pasión, en este marco se incluyen relaciones temporales, como los “royos de verano”. Ejemplo: Rizos y Saray en Vis a vis.

Encaprichamiento: relaciones en las que no se establece como tal la intimidad y el compromiso sino que es una relación puramente pasional. Ejemplo: Rose y Jack de Titanic.
¡QUE PASEIS UN GRAN DÍA!

lunes, 13 de febrero de 2017

Prejuicio (Juicio antes de conocer)


¿Juzgamos? ¿Sí? ¿no? ¿los demás lo hacen? ¿y yo?
O quizás la pregunta sea ¿por qué juzgamos?
Nuestro cerebro es un órgano muy complejo, pero buscando simplificar su funcionamiento en este aspecto lo importante es comprender que el cerebro funciona muchas veces por asociación, es decir, la información que llega a él es comparada con la información que ya ha recibido en el pasado. Por ejemplo, si tengo un examen hoy mi cerebro recibe la palabra “examen” y la compara con la información que he recibido sobre este concepto (“examen”), si anteriormente nos han generado malestar los exámenes es probable que este también nos genere malestar. Otro ejemplo sería si me han contado o he conocido a algún Madrileño que es chulo (por tirar de estereotipos sociales), es probable que aunque sea de forma sutil, esta asociación nos influya en el siguiente Madrileño con el que nos crucemos.
¿Por qué ocurre esto?
Nuestro cerebro invierte gran energía en aquello que es novedoso porque no lo conoce previamente, esta cantidad de energía no la podemos utilizar para todos aquellos estímulos que nos llegan durante todo el día ya que se nos gastaría a los pocos minutos. Por ello evolutivamente, y para ahorrar esta energía para aspectos novedosos o para necesidades básicas, el cerebro asocia rápidamente este nuevo estímulo con alguno similar que ya hayamos analizado y así nos formamos una idea en función de este proceso muchas veces inconsciente y del que ni nos damos cuenta de que ocurre.
Por lo tanto, todos “juzgamos” de vez en cuando, nos formamos ideas sobre aspectos de los que no tenemos toda la información. Una variable a tener en cuenta es, la importancia que le damos a nuestras ideas y si realmente pensamos que son verdades absolutas.
Todo esto así escrito puede sonar muy general, es simplemente una reflexión sobre algo que ocurre diariamente y muchas veces ni sabemos como se han originado estas ideas.
Para acabar os propongo algo, ¿sabríais resolver este acertijo?
 
Un cliente muy extraño entró en una relojería. Quería un reloj con unos símbolos raros en la esfera, y cuyas manecillas se moviesen en sentido contrario. ¿Quién es?
¿Alguna idea? ¿Qué cosas se os ocurren? Solo con esta información y si hemos ido un paso más allá del inicial “ni idea, probablemente ya podemos crearnos una idea, ya sea “Es….” Como “que persona más rara” o cualquier otro pensamiento sobre la posible persona que compra el reloj.
Este acertijo está sacado de un juego de cartas llamado Mindmaze, por si os gusta resolver enigmas curiosos.
 
Solución: Es un peluquero. Sus clientes y él acostumbran a mirar el reloj a través del espejo que tienen delante.

viernes, 10 de febrero de 2017

La suerte se trabaja

La semana pasada leí un artículo en el que un profesor colgó un examen de uno de sus alumnos en Facebook y la publicación se hizo viral. El alumno le escribió una fábula al profesor y le pidió perdón por no haber estudiado para el examen. Os dejamos el enlace aquí. Ya sabemos que habéis terminado los exámenes, pero como no queremos que a nadie le vuelva a pasar esto en junio, vamos a daros algunas breves pautas para ahorraros el drama. Si estás opositando, estas ideas también pueden venirte bien.
EMPEZAMOS

Vamos a tener en cuenta dos ideas: técnicas de estudio y planificación del tiempo.

Es importante que tengas tu propio método de estudio. Cuando estudiamos en grupo muchas veces nos dejamos llevar por nuestros compañeros y terminamos estudiando esquemas de resúmenes del primo del vecino de mi compañero que sacó muy buena nota en ese examen. Claro. Lo más probable es que el primo del vecino de tu compañero se hubiera leído el texto completo y eso le facilitaría mucho la comprensión y memorización de los contenidos. Así que te animamos a que elabores tu propio material. Para ello te sugerimos algunos pasos: 
  • Lectura comprensiva. 
  • Subrayado. 
  • Resúmenes. 
  • Esquemas.

Ya sé lo que estás pensando. Que eso es mucho trabajo. Que a ti con leértelo el día de antes te basta y te sobra. En realidad, es sólo mucho trabajo al principio. Una vez crees el hábito estarás ahorrando tiempo porque tus conocimientos estarán mucho más asentados y sólo tendrás que refrescarlos.
Y recuerda, si no sabes explicarlo con tus propias palabras, es que no tienes ni idea.

Una vez elaborado nuestro material, la mejor manera de reducir el estrés y los agobios en época de exámenes es una buena planificación. Para evitar el “atracón” de información, los excesos de cafeína y las noches sin dormir lo mejor es que cojas tu agenda y te organices teniendo en cuenta el tiempo real disponible que tienes. “Yo eso me lo estudio en una hora”. ¿Estás seguro? La mayoría de veces que fallamos en los exámenes no es por una falta de capacidad sino de organización. “Como no me da tiempo a mirármelo todo me estudio lo que creo que va a entrar”. Y aquí empieza la quiniela. Organizarnos puede ser una tarea sencilla si sabemos bien cómo:
  •     Establecer objetivos: tiempo que necesito para estudiar vs tiempo del que dispongo. Daos un tiempo razonable para cada objetivo que os pongáis, ni muy poco tiempo ni mucho, e intentad cumplid vuestros objetivos y horarios.
  •      Pausas: no vamos a ser nosotras las que digamos cómo y cuánto debéis parar. Lo importante es descansar sin perder el ritmo de estudio. Hay quien prefiere descansar antes de empezar o después o hacer parones cada X tiempo. Respetad vuestro biorritmo.


Y no lo olvidéis: ¡vosotros podéis!




Si os resulta útil iremos ampliando esta información en próximas entradas. Estad atentos.



lunes, 6 de febrero de 2017

REFLEXIÓN-PELICULAS-VAIANA


Una de las últimas películas de Disney estrenadas es la de Vaiana, he de admitir que al ver el trailer y las canciones (una semana publicitaron la película en el metro de Callao empapelándolo con imágenes de la película y poniendo altavoces por los que sonaban sus canciones) no es de las películas de animación que más me convencían a nivel personal,

 ¡Error!

 
Llegué a verla un poco por casualidad, había ido antes al cine una vez estrenada y era una de las que no pensé ver, más adelante me regalaron unas entradas de cine por navidad y empecé a ver las películas que estaban en cartelera para decidir, unos días más tarde una amiga me dijo que había ido a verla y que le había encantado. En ese momento me empezó a picar la curiosidad, a lo mejor me había equivocado prejuzgando esta película, a lo mejor por una simple impresión me iba a perder algo que me podía gustar, así que decidí ir a verla.

Me encantó. Lo que más me gustó (tranquilos que no voy a hacer spoiler):

·         Las ganas de aprender y superarse que muestran a veces los hijos, y que entra en conflicto con un estilo de educación sobreprotector de los padres. Cómo esto puede limitar su aprendizaje y el autoestima, al creer que sus padres no les creen capaces de conseguirlo.

·         Siguiendo en la línea de lo anterior, cómo los “traumas” o miedos de los padres muchas veces influyen en sobreproteger y no dejar hacer a los hijos o les generan miedos que antes no existían. Por ejemplo, al margen de la película, padres que tienen miedo a los perros, se lo transmiten a sus hijos, y los hijos acaban teniendo miedo a los perros. Me gustaría aclarar que los padres los pongo como ejemplo por la película, pero en realidad cualquier persona con la que se tenga un vínculo fuerte podría ser ejemplo.

·         La importancia de querernos a nosotros mismos y creer en nosotros, no solo por las cosas que tenemos o porque los demás nos admiren, sino por cómo somos.

Dicho esto la conclusión es que…

Aprendí una vez más que muchas veces tenemos creencias que no sabemos muy bien la razón de su existencia y nos quedamos con ellas sin cuestionárnoslas. Como si fueran una verdad absoluta, no existen verdades absolutas, incluso la ciencia va cambiando, se van descubriendo cosas nuevas, distintos científicos tienen distintas visiones de un mismo fenómeno. No perdemos nada por plantearnos que nuestras creencias puedan estar equivocadas, no somos menos valiosos por ello. En cambio ganamos humildad y un gran aprendizaje.
Os dejamos hoy está reflexión, os dejamos el tráiler de la película por si os ha entrado la curiosidad por saber más sobre la película (tráiler publicado en el canal de   

viernes, 3 de febrero de 2017

¿La capacidad de predecir nos puede ayudar a reducir el estrés?

Gracias a numerosos estudios sabemos que las variables psicológicas intervienen en la respuesta del estrés. El estrés no sólo puede desencadenarse por factores ambientales externos, sino que existen variables psicológicas que pueden provocar y modular esta respuesta. Es decir, cuando nos preocupamos activamos un sistema fisiológico que sirve para responder a emergencias agudas de tipo físico. La respuesta fisiológica que le damos a nuestros pensamientos puede ser tan intensa o agotadora como si existiera una amenaza real. Por eso una respuesta de estrés puede activarse ante la expectativa de que esa amenaza pueda producirse.

Entre las variables que modulan el estrés destacan: salida de la frustración, apoyo social, capacidad de predecir, creer que se tiene el control y la percepción de un empeoramiento de las cosas.

En esta nueva entrada del Blog vamos a centrarnos en cómo afecta la capacidad de predecir a la respuesta de estrés.

Predecir no hará que evitemos la situación o agente estresante, pero nos permite saber de antemano cuándo algo malo va a suceder. Y por ello también nos permite saber cuándo algo malo no va a suceder, este es el momento en el que podemos relajarnosAdemás, predecir nos permite poner en marcha nuestras estrategias de afrontamiento, que si bien como ya he dicho antes no hará que desaparezca el agente, podremos intentar minimizar la situación, podremos ejercer algún control y eso hará que nuestro estrés disminuya.

Para poner en marcha estas estrategias, la información proporcionada debe tener una serie de características. Los estudios con animales indican que dependiendo de la frecuencia e intensidad del agente estresante y del momento en el que se reciba la información será más o menos útil:

  • Si el agente estresante es muy poco habitual, algo por lo que no salmos preocuparnos, o muy frecuente, podemos predecir que va a ocurrir sin necesidad de un aviso, una información previa no sería muy útil. Sapolsky, entre los muchos ejemplos que nos ofrece, destaca el entrenamiento de los paracaidistas en el que según pasa el salto de ser novedoso a habitual su estrés anticipatorio se ve reducido al momento del salto.
  • Si la información se proporciona justo antes de la aparición de la situación o agente estresante o si, por el contrario, la información se proporciona con muchísima antelación, no podemos usarla para poner en marcha estrategias de afrontamiento en esos plazos de tiempo.
  • La información proporcionada debe ser precisa, si es vaga o incompleta sólo servirá para que cunda el pánico. Como en el caso de las alertas por terrorismo en el que la población sabe que hay un riesgo inminente pero no sabe qué va a pasar ni dónde.

Si fuésemos ratones de laboratorio sería más sencillo, ya que a ellos les avisan mediante un sonido o una luz o cualquier tipo de estímulo de que van a recibir una descarga. En nuestro mundo los avisos son diferentes: “Metro de Madrid informa que por obras el servicio se verá suspendido en un tiempo estimado de más de 15 minutos”, o visitas al dentista en las que podemos oír frases tipo “esto no te dolerá nada, en seguida habremos terminado”. En 15 minutos nos da tiempo a establecer una ruta alternativa a nuestro destino. Y si el dentista en lugar de referirse a un momento nos diera alguna clave temporal nos ayudaría para poder elegir qué canción tararear en mi cabeza, por ejemplo.

Cada día enfrentarnos con imprevistos que provocan reacciones en nuestro cuerpo y en la medida en la que podamos reaccionar ante ellas poniendo en marcha nuestras estrategias de afrontamiento harán menos estragos en nuestra salud. Para ello es recomendable conocer cómo reaccionamos de forma individual ante situaciones y agentes estresantes y generar un buen abanico de estrategias personales que nos resulten útiles.

Os iremos dando ideas para que podáis incorporar a vuestras estrategias en próximas entradas. Esperamos vuestras opiniones.





Bibliografía: Sapolsky, R., Serrano, C. G., & Rodríguez, M. Á. C. (2008). ¿ Por qué las cebras no tienen úlcera?: la guía del estrés. Alianza editorial.