El miércoles en Madrid tuvo lugar
el partido de vuelta de Champions, y como ya sabréis todos, enfrentó al Atlético
de Madrid contra el Real Madrid. Otro derbi. Y otra vez peleas.
Estaba viendo el partido en un
bar. Y veía a todos los seguidores insultando al televisor. Hombres, mujeres y
niños. Y no podía parar de pensar en qué sentido tenía insultar a alguien, que,
en este caso, te lleva ventaja. Por mucho que nos enfademos e intentemos
menospreciar a nuestros rivales, sean deportivos o no, no van a ser peores.
¿No tendría más sentido luchar
por ser nosotros mejores por nuestros propios medios en lugar de intentar
minimizar a nuestros adversarios con insultos o de una forma intimidante y
agresiva? Y, además, si los propios competidores parece que tienen esto
bastante claro, ¿por qué aquellos que son simples espectadores no?
El deporte requiere del
aprendizaje de valores como trabajo en equipo, superación, esfuerzo,
constancia, diversión, y competición. Saber perder también forma parte del
juego. Porque en la vida igual que en el deporte, unas veces se gana y otras se
aprende, que dicen algunos. Un ejemplo que vi hace poco fue en las semifinales
del Trofeo Conde de Godó, cuando el tenista argentino Horacio Zeballos subió
esta foto a sus redes tras perder contra Rafa Nadal .
Nos escandalizamos cuando en los
partidos de los más pequeños hay episodios violentos entre sus padres, o de sus
padres hacia los árbitros, o de sus padres hacia los rivales. Y en los medios
siempre se habla de lamentables episodios violentos que deben desaparecer, pero
continúan ahí cada vez que hay un acontecimiento deportivo de mucho peso.
Deberíamos hacernos la siguiente
pregunta, ¿desde mi posición, fomento de alguna manera la violencia?
Y de ser así, ¿qué voy a hacer al respecto?
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