viernes, 12 de mayo de 2017

¿Rivales o enemigos?

El miércoles en Madrid tuvo lugar el partido de vuelta de Champions, y como ya sabréis todos, enfrentó al Atlético de Madrid contra el Real Madrid. Otro derbi. Y otra vez peleas.

Estaba viendo el partido en un bar. Y veía a todos los seguidores insultando al televisor. Hombres, mujeres y niños. Y no podía parar de pensar en qué sentido tenía insultar a alguien, que, en este caso, te lleva ventaja. Por mucho que nos enfademos e intentemos menospreciar a nuestros rivales, sean deportivos o no, no van a ser peores.

¿No tendría más sentido luchar por ser nosotros mejores por nuestros propios medios en lugar de intentar minimizar a nuestros adversarios con insultos o de una forma intimidante y agresiva? Y, además, si los propios competidores parece que tienen esto bastante claro, ¿por qué aquellos que son simples espectadores no?

El deporte requiere del aprendizaje de valores como trabajo en equipo, superación, esfuerzo, constancia, diversión, y competición. Saber perder también forma parte del juego. Porque en la vida igual que en el deporte, unas veces se gana y otras se aprende, que dicen algunos. Un ejemplo que vi hace poco fue en las semifinales del Trofeo Conde de Godó, cuando el tenista argentino Horacio Zeballos subió esta foto a sus redes tras perder contra Rafa Nadal . 

Nos escandalizamos cuando en los partidos de los más pequeños hay episodios violentos entre sus padres, o de sus padres hacia los árbitros, o de sus padres hacia los rivales. Y en los medios siempre se habla de lamentables episodios violentos que deben desaparecer, pero continúan ahí cada vez que hay un acontecimiento deportivo de mucho peso.

Deberíamos hacernos la siguiente pregunta, ¿desde mi posición, fomento de alguna manera la violencia?

Y de ser así, ¿qué voy a hacer al respecto?



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